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DEL ENSUEÑO A LA LOCURA; CARLOTA, UNA PRINCESA INFORTUNADA - CAP XXIII MIRAMÓN, EL HÉROE INFORTUNADO
 
México es un país lleno de injusticias empezando por su historia. Asesinó a su libertador Agustín de Iturbide y luego lo llamó traidor sin haberse podido especificar nunca cuál fue esa traición. Otro caso similar es el de Miguel Miramón, el presidente más joven de México, quien hubiera derrotado a Benito Juárez en Veracruz, si la Marina estadounidense no llega a rescatar a su protegido oaxaqueño que representaba los intereses del imperio del norte.
Jorge Alberto Espinosa Cano
 
EUM SEIE 25 agosto 2016
 
Miramón amó a México con pasión, era un hombre al que le gustaba reunirse con su familia que además de sus padres estaba compuesta por nueve hermanos y con las hermanas de su esposa Concha Lombardo, le gustaba el vino de burdeos y además era muy buen bailador; todo esto aunado a que fue el general más brillante de su época.
Derrotado por los liberales y su aliado Estados Unidos, salió exiliado para Europa, donde viviría desde las experiencias de pasar por las Cortes hasta vivir angustiado por la falta de dinero. Vivir en París significó una gran experiencia para su esposa Conchita, que era una persona educada y sensible; hablaba correctamente el francés, conocía de letras, música y pintura; tenía en su familia a muchos liberales con los que había tenido que romper, pero no por eso dejaba de amarlos.
Durante su estancia en Europa tuvieron una experiencia que sería muy impactante para los esposos. Durante un viaje a Roma visitaron los lugares más simbólicos del cristianismo, las catacumbas y el Coliseo donde los mártires derramarían su sangre y la gran Basílica de San Pedro, símbolo del triunfo del cristianismo sobre la Roma pagana.
Concha lloró de emoción y ahí rezaron ante la tumba de San Pedro. En esos momentos todo era felicidad y alejados de la política, no podían siquiera imaginar las amarguras que les tenía deparado el destino cuando los acontecimientos los obligaran a ser nuevamente parte de la trágica historia de Carlota y Maximiliano.
En Roma habían sido recibidos por monseñor Colognese, que había vivido en México en la Nunciatura cuando Miramón era presidente y habían trabado una buena amistad; y como Miramón había leído mucho de teología, tenía tema de conversación; así que un día se reunió con monseñor Colognese en el hotel donde se hospedaba en Roma y de ahí salió la posibilidad de que su amigo les consiguiera una audiencia con el Papa Pio IX.
Y así el 27 de junio de 1861 el ex presidente Miguel Miramón y su esposa Concha Lombardo caminaban escoltados por la guardia pontificia hacia el salón donde los esperaba el sucesor de San Pedro. De acuerdo al estricto protocolo de aquella época, tres veces se arrodillaron, una vez a la entrada, otra vez a medio salón y una vez más al llegar junto al Papa. No dejaron de sorprenderse de que su santidad les hablara en su propio idioma. El Papa dominaba el español perfectamente, como muchas otras lenguas, lo que le permitía comunicarse con personas de diferentes países en su propio idioma sin necesidad de recurrir a traductores, lo que facilitaba enormemente la comunicación entre el anfitrión y sus visitantes.
El Papa les preguntó sobre la situación en México, aunque estaba bastante bien informado; también se le notó que era conocedor de la historia de México. Siguiendo como siempre el protocolo, a los veinte minutos se presentó un cardenal para agradecer a los visitantes su estancia; así era con todos, aun los gobernantes de ese tiempo. El Papa, antes de despedirse, se dirigió a un pequeño mueble del que sacó dos estuches, uno contenía una gran cruz de plata que el Papa entregó al general Miramón con una sonrisa, mientras decía: “Reciba usted, Señor General, esta condecoración, es la prueba de nuestra gratitud por los esfuerzos que hizo por defender la religión católica en su país”. Luego se dirigió a Concha obsequiándole un prendedor de oro que tenía una paloma con un ramo de oliva en el pico y le dijo: -“Y usted señora, acepte este regalo para que lleve de mi parte la paz a México”.
Después regresarían a París donde los acontecimientos los llevarían con el tiempo a involucrarse en algo de lo que ninguno era partidario, la invasión francesa a México.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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