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POR SEGURIDAD NACIONAL, EL EJÉRCITO
 
México dedica el 19 de febrero a su Ejército, y cada año se le homenajea oficialmente; pero, para la mayoría de la población, la fecha no tiene trascendencia. Menos para los detractores de nuestra milicia que la atacan constantemente.
Salvador I. Reding Vidaña
 
EUM SEIE 17 febrero 2017.-
 
Durante muchos años post-revolucionarios, tras la Guerra Cristera (1926-29) y el levantamiento del Gral. Escobar en 1929, el Ejército Mexicano no vio acciones militares en territorio nacional, hasta el enfrentamiento contra el EZLN en Chiapas, a principios de 1994. Sí participó la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, con el Escuadrón 201, en el frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, con 300 hombres y sus aviones de combate.
Los tiempos de paz
Las principales actividades militares en México, durante muchos años de paz interior, fueron de apoyo a la sociedad en casos de desastres naturales, ayuda que corresponde ahora al llamado Plan DN-III, en conjunto del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina de Guerra. En una ocasión, dicha ayuda se extendió a la hermana Guatemala, tras terribles terremotos, y luego hasta a Nueva Orleans, en Estados Unidos, tras grave inundación.
Sin embargo, política e indebidamente, el “Sistema PRI-Gobierno” utilizó al Ejército para reprimir o disuadir a disidentes políticos y para acciones aisladas de apoyo a las fuerzas de las policías. La crisis de Tlatelolco en 1968 vio a militares enfrentar a quienes masacraban a estudiantes en esa plaza y también persiguiendo estudiantes. También se ha recurrido a los mismos para vigilar instalaciones como las de Pemex o CFE. Un pequeño grupo, el Cuerpo de Guardias Presidenciales, cuida del presidente en turno y sus instalaciones.
Militares contra sicarios
Pero al inicio de su gobierno, Felipe Calderón recurrió al Ejército para apoyar a las policías que no podían contener las acciones de grupos de sicarios al servicio de los capos del narcotráfico. Primero en Michoacán, a solicitud de su gobernador desesperado, y luego en diversas regiones del país. En una etapa posterior, se incorporó también a la Marina a esas operaciones. Básicamente en acciones de infantería, ya que la lucha contra las bandas de sicarios eran y son equivalentes a guerra de guerrillas.
Como resultado de estas acciones de lucha contra el sicariato del narco, el Ejército ha sido injustamente vilipendiado y acusado de genocidio. Una crasa ignorancia y profunda mala fe, achacan a las fuerzas federales la muerte de decenas de miles de personas; pero, salvo algunos miles básicamente documentados, la gran, inmensa mayoría de esos muertos, lo fueron por manos de sicarios, en sus enfrentamientos y sus ataques a civiles, no contra la milicia.
Es importante reflexionar sobre algunos hechos. Efectivamente, algunas de las acusaciones contra los militares, por violaciones de derechos humanos, fusilamientos y actos de pillaje, han sido ciertas. Hay también señalamientos de connivencia con grupos delincuenciales del narcotráfico. Pero hay que tener algo en cuenta: como en toda organización humana, hay todo tipo de personas, las que respetan la Ley y las que la ignoran y pasan sobre ella. Pero que se diga que dichas ilegalidades han sido política oficial, es un error. Que algunos jefes militares y policiacos se corrompen y que recurren a violar la ley contra los delincuentes (y hasta a inocentes), puesto que “no son hermanas de la caridad” para tratar a los detenidos, no ha sido algo generalizado.
Sin la intervención militar para frenar al sicariato de los diversos cárteles del narco, que luchan por dominar mercados, México hubiera tenido muchos más muertos y poblaciones aterrorizadas, y más territorios y gobiernos controlados por sus capos.
¿De vuelta a los cuarteles?
Muchos civiles, periodistas y voceros de diversas organizaciones civiles y políticas se cansan de pedir que los militares regresen a sus cuarteles. Algunos lo hacen por apoyo a los narcos (consciente o inconscientemente), que quieren el campo libre ante la insuficiencia policial. Otros, simplemente porque no pueden comprender qué hacen soldados cubriendo acciones propias de las policías. Pero hay que entender algo que muchos no quieren ver: la suma de policías municipales, estatales y federales, no cuenta ni con la capacidad estratégica, ni personal adiestrado ni armamento para enfrentar a las guerrillas de la delincuencia. Solamente los militares han demostrado superar, con su adiestramiento y disciplina, a esos sicarios.
Pero también los militares y marinos ya se cansaron de esta guerra de guerrillas y de suplir a la policía en acciones de rutina civil, con sus fatigas y alertas, bajas y alejamiento de sus familias. Quieren regresar a sus cuarteles. Han sufrido muertos y heridos, y dicen que no han sido capacitados para hacerla de policías. En parte tienen razón; pero muchas de sus acciones de combate contra grupos de sicarios corresponden precisamente a lo que fueron adiestrados: enfrentamientos con grupos armados tipo guerrilla. Las policías no pueden hacerlo, ellos sí. Visto está.
Pero tengo una pregunta: si no participan los militares en estos combates y se van a casa (la verdad, a casi no hacer nada ni correr riesgos de heridos y muertos), como dijera el famoso Chapulín Colorado: “Y ahora, ¿quién podrá defendernos?” La verdad es que la sola presencia militar en zonas y ciudades como Monterrey ha traído mucha paz, que era imposible por las acciones abiertas de los sicarios. Éstos no le temen a la policía y, salvo algunos temerarios que atacan a militares, sí temen al Ejército y a la Marina.
Por otra parte, aunque tuviéramos un Ejército descansando en sus cuarteles, ¿por qué no lo reducimos o eliminamos y dejamos una fuerte policía nacional? Tengo al menos una buena razón: mientras tengamos Ejército preparado y bien armado, los vecinos del Norte no tendrían excusa para enviar a sus “marines” a “protegernos”.
Para este 19 de febrero considero, como muchas personas, que el balance de las acciones militares de estos años es positivo. Y que, por tanto, sí hay buenas razones para felicitar al Ejército en su Día Nacional. Y que sus muertos en defensa de la población para garantizar la seguridad nacional deben ser motivo de honra, así como de heridos que han debido ir a casa, algunos lisiados de por vida.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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